Pregunte hasta comprender. No cese de interrogar a su interlocutor, hasta estar convencido de que sus preferencias encajan con el producto que le ofrecen. Intente mantener una conversación sosegada que vaya concretando los aspectos esenciales; que sirva de freno a las posibles ganas de cerrar la operación del vendedor. Las prisas no son buenas consejeras. El principal defensor y conocedor de sus finanzas es usted. Valore la búsqueda de un asesoramiento financiero independiente, si llega el caso.
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Cavilaciones de un economista cincuentón II
EQUILIBRIO Y VALOR
- La relación entre la «señora Oferta» y la «señora Demanda» ha de asemejarse a la de un matrimonio bien avenido, en la que ambos cónyuges tiran del carro. El valor que se aporta en cualquier relación profesional o comercial -como en casi todo en la vida- si no circula en una vía doble sentido, mal asunto.
- El equilibrio entre oferta y demanda resulta crucial si hablamos de los bienes necesarios que constituyen nuestra primera línea de gasto. A mí los desajustes en precios en el mercado de yates o de relojes de lujo por poner un ejemplo, me dejan igual, no me inmutan lo más mínimo. Sin embargo si hablamos de los precios de la comida, combustible o energía, mis cuentas empiezan a sufrir y la cosa cambia.
- En el mercado laboral, conseguir la sintonía entre los conocimientos, habilidades o actitudes de las personas que buscan empleo y los perfiles demandados por un lado; o el principio de que los salarios y tiempos de trabajo acordados, no menosprecien la dignidad del factor humano por otro, es básico.
Cavilaciones de un economista cincuentón I
MIS PREMISAS
- Cuanto más ruido de fondo y prisas, más reflexión, lecturas, investigación y acción. Independencia de criterio aunque te apartes del guion establecido o no seas lo políticamente correcto que exige la costumbre social. Son dos premisas que desde que aterricé hace ya algunos años en lo que me gusta llamar el «tercer cuarto» (de los 50 a los 75 años), intento que me sirvan como faro en cualquier asunto con el que tengo que lidiar.
Jóvenes y seniors, un golpe en la mesa
Muchos jóvenes no consiguen independizarse económicamente ante de cumplir los treinta años. Hombres y mujeres una vez cumplidos los cincuenta, suelen tener dificultades para reincorporarse al mercado de trabajo si han perdido su empleo. La precariedad laboral en la franja de menor edad y el estigma de la fecha de nacimiento en el otro extremo, condicionan el desarrollo profesional.