Viernes por la mañana
El despertador vibró a las 8.30 h de la mañana del viernes. Transcurridos cinco minutos, Candela aún seguía remoloneando entre las sábanas. Rememoraba complacida la imagen de la despedida la noche anterior. En el último instante, tras risas y ansias no disimuladas de ambos por concertar un próximo encuentro, Manuel había buscado sus labios. En la escena del portal se acariciaban y abrazaban. Rozaron más de una vez sus lenguas y culminaron susurrándose cariños.