¿Qué ocurre con los tipos de interés? ¿Qué va a pasar con las pensiones? ¿Hay burbuja inmobiliaria? Estas son algunas de las preguntas que hacen familiares y amigos cuando tienen un economista a mano. Les voy a hablar de la figura del ahorrador, normalmente persona prudente y con buen juicio, que en los tiempos que corren tiene algún que otro dilema.
AHORRAR E INVERTIR. DEL 0% al 5%.
Utilizo lo que denomino «la tabla del ahorrador/inversor satisfecho» para comparar diversos tipos de activos financieros y no financieros. Me sirve para poner sobre la mesa conceptos como rentabilidad, inflación, riesgo y disponibilidad. También me ayuda a la hora de establecer una estrategia de ahorro/inversión.
En la tabla comparativa parto de una dato de inflación como punto de arranque. Posteriormente voy aumentando mis «exigencias de rentabilidad» en función del tipo de activo, preferencia, riesgos posibles, disponibilidad y oscilaciones en los precios. Es un esquema que me ayuda a poner en perspectiva las diferentes opciones para ahorrar e invertir. Se asemeja a lo que considero una situación de equilibrio en precios y rentabilidad de bienes.
TABLA DEL AHORRADOR SATISFECHO
– IPC (índice de precios de consumo) como referencia de partida. Para situarnos en el contexto actual, el dato que publica el INE (Instituto Nacional de Estadística) de la tasa de variación del IPC a diciembre de 2017 es el 1,1%.
Hipótesis: Entre el 0% y el 1%
–Tipo de interés para los depósitos a plazo y renta fija con plazos inferiores a tres años. Partiendo de la hipótesis de inflación anterior,» me gustaría obtener la siguiente rentabilidad»:
Entre el 1% y el 2%
–Tipos de interés para los depósitos y renta fija a plazo superior a cinco años. El valor de mi inversión si la mantengo hasta el final no varía. Puede haber oscilaciones en el valor si vendo la renta fija en el mercado secundario. Siguiendo la pauta anterior, «me gustaría obtener la rentabilidad»:
Entre el 2% y el 3%
–Rentabilidad de las inversiones en activos inmobiliarios (viviendas, locales, garajes y otros). Se pueden producir variaciones a lo largo del tiempo en el precio de los bienes. Tengo que contar con la gestión y seguimiento de un posible alquiler. En este caso «me gustaría obtener la rentabilidad»:
Entre el 3% y el 4%
Si una vivienda que he comprado como inversión me ha supuesto un desembolso total de 150.000 euros, una rentabilidad del 4% equivale a un alquiler de 500 euros al mes (total 6.000 euros al año).
–Rentabilidad de las inversiones en renta variable (acciones). Nos podemos encontrar con variaciones en los precios de las acciones y volatilidad en los mercados. La rentabilidad que obtenemos (dividendos) depende de los beneficios de la empresa y su política de distribución del mismo. En este tipo de activos «me gustaría obtener la rentabilidad»:
Entre el 4% y el 5%
Al igual que los activos inmobiliarios, la inversión en renta variable se presta a obtener rendimientos si la variación del precio en un momento dado nos genera una venta con beneficio.
Es un modelo en el que comparo tipos de activos, asociados a rentabilidades que me satisfacen, en función de la inflación y las características de los mismos.
EL DILEMA ACTUAL
Las políticas monetarias que mantienen los tipos de interés cercanos a cero en situaciones como las actuales, no benefician al ahorrador. No recibe apenas intereses por sus depósitos y las emisiones de renta fija como por ejemplo el bono español a diez años da una rentabilidad actualmente en torno al 1,20/1,30 %. Hay ahorradores que mantienen sus posiciones en cuentas y depósitos, independientemente de la nula rentabilidad. Otros, toman posiciones en productos que contienen renta variable u otro tipo de activos para intentar mejorar la rentabilidad de sus ahorros e inversiones.
En mi opinión, la composición de la cartera de ahorro e inversión de una persona no debe estar condicionada exclusivamente por las rentabilidades ofrecidas. El horizonte temporal, las preferencias, la aversión al riesgo, la fiscalidad y la inflación, son factores de vital importancia.
El ahorro generado por los ciudadanos es el sostén de la economía. Sin ahorro, difícilmente hay inversión. Puede ser contraproducente mantener durante mucho tiempo condiciones que no incentiven el mismo.