Los bancos

NECESARIOS EN LA ECONOMÍA

¿Pediría un préstamo de 150.000 euros a un familiar o a un amigo para la compra de una vivienda? ¿Les solicitaría financiación a alguno de ellos por 20.000 euros para la compra de un coche? ¿Les pediría una cuenta de crédito de 15.000 euros para iniciar un negocio? Ahora figúrese que está en el caso contrario. ¿Les prestaría, en el caso de que dispusiera de fondos, las anteriores cantidades a familiares, amigos o conocidos, para la compra de su casa o vehículo? ¿ Y para financiar ese negocio que sería su medio de vida?

En las situaciones anteriores la mayoría de las personas acude a una entidad financiera. Los bancos realizan una actividad clave en la sociedad moderna. Canalizan los fondos de los ahorradores a las personas que necesitan financiación. Son creadores de dinero y motores de la actividad comercial y empresarial. Los ahorradores mantienen sus depósitos en las entidades para obtener una rentabilidad y porque necesitan que alguien les custodie sus fondos. También es importante la labor de los bancos porque nos facilitan la administración de nuestras cuentas del día a día (domiciliamos nuestros ingresos y pagos). Los autónomos y las empresas obtienen financiación para poner en marcha y ejercer su actividad. Entre los productos y servicios que nos ofertan se encuentran los fondos de inversión, las tarjetas de crédito y los seguros. Están necesitados de velar como cualquier empresa por su cuenta de resultados y de esta manera poder garantizar la continuidad de su negocio. Una de sus obligaciones más importantes es acreditar niveles de solvencia y liquidez ante la autoridad monetaria.

LAS RELACIONES CON LOS CLIENTES

La relación óptima se produce cuando las necesidades y características de un cliente conectan con la oferta. En el caso que nos ocupa, con los productos y servicios financieros ofrecidos. Desde esta relación de equilibrio se evitan los productos no convenientes para el perfil de cualquier persona.

La última gran crisis económica en España puso en evidencia un desequilibrio relacionado con el sector financiero. Algunos empleados con capacidad para decidir sobre la concesión de préstamos en las entidades financieras, tomaron decisiones erróneas. Cabe la posibilidad de que dieran más importancia a obtener resultados a muy corto plazo. El afán de crecimiento en el número e importe de préstamos ofertados, primó en estos casos sobre el análisis riguroso de la capacidad de devolución, solvencia y garantías aportadas por los solicitantes de financiación.

No me olvido de los hombres y mujeres que trabajan con mesura y profesionalidad en las oficinas y departamentos bancarios. Aciertan cuando ponen el foco en las necesidades del clientes y ajustan su propuesta a las mismas. Consiguen que a medio y largo plazo el negocio bancario sea rentable y sostenible. Cada cliente tiene una historia detrás, sus preferencias a la hora de elegir un producto o servicio y sin duda, miedos y emociones que determinan su forma de plantearse las finanzas.

La oferta de la entidad bancaria y la demanda del cliente se tiene que englobar en una relación fluida y previsora. Si es cliente e intuye problemas con su financiación, adelántese y negocie nuevas opciones. Si no le convence el producto de ahorro, inversión o de seguro, cámbielo o no lo contrate.

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