MENTOR Y UNA EMPRESARIA DE ÉXITO

«Del bagaje de las personas de cierta edad, del empuje de los jóvenes, de los buenos profesionales, de los equipos, de las personas que arriesgan e innovan»

El autor del relato.

MENTOR Y UNA EMPRESARIA DE ÉXITO

Elena llegó a la sala de conferencias justo a tiempo para escuchar las últimas palabras que Marcos dirigía al equipo de ventas de la empresa. Convencerle para que se incorporase al departamento de Personas en Valor no había sido tarea fácil. Su antiguo jefe y uno de sus maestros de referencia en la ya lejana etapa de Londres, se encontraba desde hacía algunos años en una especie de retiro profesional. A pesar de haberse apartado de la circulación, en el mundillo de las finanzas seguía manteniendo esa aureola de leyenda como banquero de inversión por sus éxitos profesionales, tanto en los últimos años de Madrid como en su etapa anterior en la City londinense. A lo anterior se unía el respeto con los que tanto sus antiguos clientes o empleados, le solían recordar cuando era el tema de alguna conversación.

Marcos, con esa calma no exenta de firmeza y sin perder esa cercanía de trato que le caracterizaba, hablaba a las personas que ocupaban la sala habilitada para las sesiones de formación:

“Ustedes piensan que venden el mejor producto del mundo y se creen estupendos y maravillosos. Deténganse un momento a pensar: ¿Qué saben de sus clientes? ¿Confían de verdad en ustedes? ¿Les solucionan satisfactoriamente alguna de sus necesidades financieras o técnicas?”

“Cuando tratan en el día a día con la gente, no están ante máquinas destinadas a consumir; tienen enfrente a personas, cada una con sus vivencia, emociones o prejuicios. Sujetas a sus miedos o a las modas de turno, e incluso en muchas ocasiones prisioneras de su carácter y temperamento”

“¿En cuántas negociaciones complejas han participado ustedes? No olviden que con seguridad, muchos de sus clientes con sus pequeñas y medianas empresas, sí han tenido experiencias de ese tipo. ¿Muestran empatía al relacionarse para  vender nuestros productos y servicios?”

Elena escuchando a Marcos, voló con su imaginación en el tiempo al Londres donde aterrizó dos años después de acabar la carrera de Empresariales, hacía ya más de dos décadas. Recordó que antes de llegar a la capital británica, un compañero de la universidad le había hablado del que iba a ser su jefe en el banco de inversión, un ejecutivo español de alrededor de cuarenta años, con fama de exigente con las nuevas incorporaciones, sobre todo con los más jóvenes. Le venían a la memoria algunas de las frases que había escuchado a Marcos el primer día, en el recibimiento a los recién llegados a la sede de la firma de banca de inversión que dirigía. “Trabajen duro, fórmense, planifiquen con sentido común sus tareas”. “Hagan todo lo posible por integrarse en sus equipos y no tengan miedo a exponer sus planteamientos o a hacer valer su criterio”. Elena trabajó durante seis años en el banco de inversión antes de regresar a Madrid para aceptar la oferta profesional de una compañía de seguros española. Los dos últimos años en Londres los pasó en primera línea integrada en el equipo de colaboradores directos de Marcos. Fue una etapa intensa, durante aquella época la inestabilidad de los mercados financieros marcaba la agenda del día a día. En los momentos de tregua y respiro los miembros del equipo se consolaban diciéndose expresiones del tipo “no hay mal que por bien no venga”, o “que las experiencias que estaban viviendo les iban a suponer un bagaje crucial en sus carreras profesionales”, pensaban que estar en esos tiempos en uno de los epicentros de las finanzas internacionales, representaba una especie de “doctorado” en planificación y estrategia ante situaciones adversas.

Marcos se dispuso a dar por finalizada la sesión en la sala de conferencias e hizo un gesto a la directora general para que se acercase. Se saludaron con afecto y Elena aprovechó la oportunidad para intercambiar impresiones con los empleados que habían estado esa mañana reunidos. El grupo estaba compuesto por seis hombres y cuatro mujeres que formaban esa amalgama que tanto le gustaba a ella: el valor y la diversidad que sin duda aportaban varias generaciones trabajando en equipo.

Mentor -como se referían a él cuando hablaban de Marcos en Londres los miembros de su equipo- y la antigua pupila, ahora convertida en la fundadora de una consultoría financiera e informática de éxito, tenían una cita para comer juntos en el reservado de un restaurante cercano a la sede de la empresa. Elena quería escuchar las impresiones y las propuestas de Marcos. Cuando cuatro años antes se embarcó en la aventura de lanzar su propia empresa, ya quiso contar con él para que formarse parte del comité de dirección. Quería tener cerca al maestro, al jefe que apretaba y a la vez se mostraba exquisito en el trato humano con sus equipos, al mentor profesional de su juventud en los años de Londres. En aquella ocasión Marcos se mostró esquivo, llevaba viviendo un tiempo retirado en el campo después de su última etapa profesional en Madrid. Le habló de la ilusión que le hacía poder dedicarse un a escribir y de esa necesidad de parar para coger perspectiva, después de unos años frenéticos en el plano laboral.

La empresa estaba consolidando su posicionamiento en el mercado. Aunque los primeros meses fueron de incertidumbre y las ventas no acababan de arrancar, los números de los últimos dos años hacían que Elena se sintiese orgullosa. Los clientes estables crecían y notaba que el servicio innovador de consultoría financiera e informática que con tanta ilusión había puesto en marcha, era valorado por las pequeñas y medianas empresas. A principios del cuarto año, había tomado una decisión que ella consideraba estratégica para el futuro del negocio y el de la plantilla. Rediseñó el área de Recursos Humanos y le dio un enfoque más centrado en la búsqueda de esas habilidades y talentos que en ocasiones las personas no tienen la oportunidad  de mostrar. Cambió el nombre del departamento, lo denominó  Personas en Valor y se dispuso de nuevo a lanzar el anzuelo a Marcos. Quería que él fuera el guía y patrón del nuevo proyecto. En una llamada telefónica le expuso la idea y los detalles generales, asegurándole que tendría plenos poderes y libertad para crear equipos y orientar la formación. Conociendo a su antiguo jefe, intuyó que por las pausas en los silencios y por las preguntas indagadoras que la hacía, podría estar pensándose considerar la propuesta. Dos semanas después, la directora general y el nuevo adjunto a la dirección y guía del área de Personas en Valor sellaban su acuerdo en el despacho de ella.

Durante la comida Marcos hizo a Elena una valoración de sus primeros tres meses en la consultoría. La primera semana la había dedicado a estudiar a conciencia los números de la empresa y los servicios que ofrecía. En los documentos contables y en los productos innovadores que había lanzado al mercado veía la huella del talento de Elena, aquella jovencita que llegó a Londres con una beca, un expediente brillante y muchas ganas de trabajar. “Mentor” le expuso con detalle una de las ideas que había puesto en marcha: formar grupos de trabajo compuestos por tres personas de distintas generaciones en el equipo de ventas. Había observado poco tiempo después de llegar, que en esa sección la metodología de trabajo era excesivamente individualista y notaba signos de recelo o desconfianza entre las distintas edades. Estaba convencido de que la mezcla de la experiencia de los seniors, el empuje de los más jóvenes y las habilidades de las personas de mediana edad sería positivo para todos.

Elena asentía mientras hablaban, a la vez que le pedía más detalles de la organización de los sub-equipos comerciales nuevos. Estaba contenta por ver al que había sido su jefe favorito, implicado e ilusionado en su consultoría. Marcos mantenía el porte elegante que ella recordaba. Llevaba muy bien sus sesenta y dos años, seguía siendo ese hombre atractivo, envuelto en cierto aire de reserva y misterio, de la etapa de Londres. A ella le gustaban las personas “en su tiempo”. Solía desconfiar de aquellas que hacen malabares para quitarse años a nivel de superficie, o de las que dejan que el paso del tiempo asole su aspecto por descuido

Marcos le adelantó que la próxima semana tenía previsto iniciar entrevistas individuales con toda la plantilla. En las reuniones con los diferentes equipos había detectado que dos personas del área informática y tres del área financiera, quizá no estuviesen demasiado contentas desarrollando su trabajo. De entrada quería escucharles con calma, había estado analizando sus trayectorias y como ella sabía bien, la comunicación clara desatasca conflictos.

Al salir del restaurante, Marcos acompañó a Elena a la entrada del parking cercano a la sede de las oficinas de la empresa. La comentó que él iba a pedir un taxi para ir al aeropuerto, aunque antes se pasaría un momento por su despacho a recoger el equipaje. Se iba a pasar el largo fin de semana -el lunes era festivo- a Londres. Después de despedirse hasta el martes, al entrar a su coche, Elena sintió la sensación de que se quedaba con cierta curiosidad e intriga por saber más “detalles” del viaje de Mentor a la capital británica.

Fin

Toledo, Diciembre de 2021

 

 

 

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2 comentarios en «MENTOR Y UNA EMPRESARIA DE ÉXITO»

  1. Buenas noches Tete.
    Ahora he podido leerlo con tranquilidad.
    Veo con grata sorpresa que eres muy bueno escribiendo. Tienes un rico vocabulario, haces buena descripción de la situación y de los personajes. Explicas todo de forma clara y sencilla ,y lo que es mejor, mantienes el interés del lector.
    Tus frases son largas, a mí me gustan, pero no se pierde el hilo de lo que se quiere hacer notar.
    Sólo puedo decir que se te da de maravilla; no esperaba menos.
    Ánimo y sigue adelante, te auguro un gran éxito.
    Un abrazo enorme.

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