Nada es eterno. La necesidad de tener un plan B

Algo que nos pasa con frecuencia a las personas, es que nos acostumbramos fácilmente a lo bueno. Pensamos por ejemplo, que la estabilidad de precios es para siempre. Nada es eterno, tenemos la necesidad de elaborar un plan B para los imprevistos. Lo que tira hacia arriba o hacia abajo de los precios: los desequilibrios entre oferta y demanda.

La aparición de situaciones imprevistas o extraordinarias genera tensiones y caos.  Intentar mantener siempre los pies en la tierra. La creación de valor a medio y largo plazo. Vigilar las cuestiones básicas de supervivencia: agua, comida y energía.

 

Jóvenes atrapados entre la oferta y la demanda

Tiene que ser muy duro tener más de veinte años, ofrecer tu fuerza de trabajo a la sociedad con el objetivo de ganarte la vida después de años de formación y encontrarte con una demanda escasa o precaria por parte de los creadores de empleo. Sobre todo porque esto ocurre al inicio de la vida laboral, en una edad en la que la ilusión por conseguir un trabajo aún está intacta. Muchos jóvenes se encuentran atrapados por la falta de opciones al no funcionar la conexión de oferta y demanda. Debe ser complejo en el plano personal seguir viviendo con y de tus padres cuando ves que te acercas a los treinta años y te faltan oportunidades.

LOS CUELLOS DE BOTELLA

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Economía: más grano y menos paja

LAS COSAS….Y LAS CUENTAS CLARAS

Un economista tiene que mojarse, coger los «prismáticos» y si lo que ve en el plano económico no le cuadra, tiene que decirlo en ese momento. Exponerlo después ya no arregla nada. También tenemos que hacer un esfuerzo para evitar que la esencia de la realidad económica (la lucha contra la escasez, la búsqueda del incremento de la productividad y la competitividad para estar en el mercado) no se desvirtúe por consignas o planteamientos de «cuento de hadas», muy alejados de la vida real.

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Un billete, mucho dónde elegir y una amplia demanda

LOS BILLETES

El uso del dinero (los billetes y el dinero bancario) es un magnífico acuerdo entre seres humanos para realizar los pagos de los diferentes bienes y servicios.  Nos sirve como depósito de valor y lo guardamos para su posterior uso, o como previsión para cuando se nos presenten situaciones complejas. Y también podemos pedir préstamos en esa unidad de cuenta (el dinero) con el fin de realizar inversiones.

Esta forma de relacionarnos (con dinero) vertebra el sistema económico de una sociedad. Mi billete de 50 euros vale lo mismo que el tuyo. La libertad que tengo para comprar con ese billete es la misma que tienes tú. Imaginemos una sociedad sin dinero en la que los intercambios, las deudas y el almacenamientos de riqueza se hace con productos (como en la época del trueque). Sería muy difícil poder trasvasar excedentes (ahorro) de unas personas, a otras que necesitasen financiación. No habría bancos (intermediarios financieros), el pago de impuestos sería muy complejo y la redistribución de riqueza sería casi imposible.

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