Paisaje en las cimas 50 y 60

BAGAJE EN LA MOCHILA

Quienes se hallan en el entorno de los cincuenta o sesenta años, han dejado atrás el suficiente trecho para constatar en carne propia, que la vida en ocasiones nos empuja a asomarnos al abismo. En las vicisitudes que se acumulan en cinco o seis décadas, las posibilidades de sufrir algún zarpazo que nos tambalee, no son escasas. A estas cimas, si llegas con buen pie, lo normal es que hayas contado con corazas resistentes: capacidad de lucha para levantarse aunque se vuelva a caer, una dosis apropiada de fortuna, principios sólidos a los que aferrarse, o apoyos que nunca fallen. Las personas que contemplan el horizonte desde esos puntos, o están curtidas, o han hecho callo. Una carta de presentación con fundamentos, si optan a un proceso de selección en una empresa. Siempre y cuando, los departamentos de recursos humanos no filtren por fecha de nacimiento.

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Cavilaciones de un economista cincuentón II

EQUILIBRIO Y VALOR

  • La relación entre la «señora Oferta» y la «señora Demanda» ha de asemejarse a la de un matrimonio bien avenido, en la que ambos cónyuges tiran del carro. El valor que se aporta en cualquier relación profesional o comercial -como en casi todo en la vida-  si no circula en una vía doble sentido, mal asunto.
  • El equilibrio entre oferta y demanda resulta crucial si hablamos de los bienes necesarios que constituyen nuestra primera línea de gasto. A mí los desajustes en precios en el mercado de yates o de relojes de lujo por poner un ejemplo, me dejan igual, no me inmutan lo más mínimo. Sin embargo si hablamos de los precios de la comida, combustible o energía, mis cuentas empiezan a sufrir y la cosa cambia.
  • En el mercado laboral, conseguir la sintonía entre los conocimientos, habilidades o actitudes de las personas que buscan empleo y los perfiles demandados por un lado; o el principio de que los salarios y tiempos de trabajo acordados, no menosprecien la dignidad del factor humano por otro, es básico.

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El precio de los bienes básicos

La cesta de la compra y el precio de los bienes básicos. La dependencia personal del flujo de ingresos y gastos. Las expectativas y la confianza del consumidor. La capacidad de reacción. El ahorrador medio ante al subida del coste de la vida.

Las subidas de precios las sentimos en nuestro bolsillo en función de las circunstancias económicas de cada cual.

Preguntar lo que sea necesario

Como uno ignora tantas cosas me gusta hacer y hacerme preguntas. Plantearse interrogantes es una forma de pensar y resolver dudas. Cuando por mi profesión trato con personas que no están al día en cuestiones financieras, observo que muchas de ellas mantienen cierta cautela de entrada e incluso suelen utilizar expresiones tales como «yo es que de estos temas la verdad es que no entiendo mucho». En esas ocasiones recomiendo preguntar siempre lo que sea necesario para poder comprender.

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