El economista comprometido

Mantengo el espíritu de rebeldía ante las injusticias en lo social y en lo económico. Convicciones forjadas en los primeros años ochenta del siglo pasado, en los inicios de mi juventud.  Aún conservo el recuerdo de ese clasismo rancio arraigado en el costumbrismo social. Esa especie de mandato divino que etiquetaba a ricos y pudientes como seres superiores y al resto como personas de obediencia debida y opinión restringida. El paso del tiempo y las experiencias vividas me hacen ver las cosas con perspectiva y serenidad. Valoro el esfuerzo de la sociedad en España a lo largo de los años  para que sea factible la igualdad de oportunidades; que el esfuerzo y las habilidades individuales tengan recompensa y no estén supeditados a la influencia del binomio bolsillo-apellido.

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