Nada es eterno. La necesidad de tener un plan B

Algo que nos pasa con frecuencia a las personas, es que nos acostumbramos fácilmente a lo bueno. Pensamos por ejemplo, que la estabilidad de precios es para siempre. Nada es eterno, tenemos la necesidad de elaborar un plan B para los imprevistos. Lo que tira hacia arriba o hacia abajo de los precios: los desequilibrios entre oferta y demanda.

La aparición de situaciones imprevistas o extraordinarias genera tensiones y caos.  Intentar mantener siempre los pies en la tierra. La creación de valor a medio y largo plazo. Vigilar las cuestiones básicas de supervivencia: agua, comida y energía.

 

La circunstancia económica personal

El día cinco de octubre se celebró el día de la Educación Financiera. Recordar la importancia de la formación en finanzas prácticas puede resultar útil a la población. Conocer y comprender productos de ahorro e inversión, los tipos de financiación, o lo básico de un balance y cuenta de resultados, es un ejemplo de ello.

Pero en mi opinión, hay un asunto previo a la educación o formación financiera: la circunstancia económica personal. Todas las situaciones y hechos que afectan a mi economía como ser humano: la esencia de la supervivencia, el entorno que me condiciona y el tiempo con su paso inexorable. El planteamiento vital en economía del que cuelga (y no al contrario) cualquier otro tipo de proyecto.

Seguir leyendo

3 lecciones de economía y vida

De esos momentos que se te quedan grabados en la memoria en tu trayectoria profesional, recuerdo con afecto y respeto aquellos en los que los clientes me dieron lecciones de economía y  vida. Encuentros en los que con una conversación o una mera observación me daban una clase de sentido común. O simplemente, clarividencia para distinguir entre lo importante y lo superfluo.

LAS NECESIDADES CREADAS

En cierta ocasión, contaba las excelencias de un producto a un cliente e intentaba hacerle ver que lo que le ofrecía le venía muy bien y le podría ser necesario en un futuro próximo. Esta persona de más de 60 años, con un pequeño negocio sacado adelante no sin tesón ni sacrificio, después de escucharme atenta y respetuosamente me dijo:

«Mira Vicente (yo rondaría los treinta y tantos y había cierta confianza entre nosotros), no dudo de la bondad del producto que me ofreces y de que a otras personas sin duda les vendrá muy bien. Yo en mi caso, no creo que me vaya a aportar valor. Normalmente me hago esta pregunta: ¿Lo necesito realmente? Y bueno, la verdad es que suele ser un buen filtro para tomar la decisión de compra».

Este hombre con su respuesta me recordó algo que es de sentido común. El consumismo puede ser frenado a tiempo con una reflexión pausada.

Seguir leyendo