En España se empezó a hablar mucho de educación financiera de la población, a raíz de la Gran Recesión de 2008. El afán por mejorar los conocimientos en finanzas nace con vocación defensiva. El daño ya estaba hecho: nos encontrábamos ante un mercado inmobiliario desbordado por los excesos en los préstamos, o ante personas que habían contratado productos financieros que en algunos casos no eran adecuados a su perfil o conveniencia. Todo parece indicar que en esas ocasiones, primó la venta rápida sobre la información detallada y pedagógica. En mi opinión un planteamiento exclusivamente defensivo, o centrarse únicamente en la mejora de conocimientos técnicos se queda corto. Apuesto por un enfoque en el que se tengan en cuenta la creación de valor, el respeto a los seres humanos y la voluntad de implicarse en los asuntos más acuciantes que afectan al conjunto de la sociedad.
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